jueves, 26 de mayo de 2011

Concursos de emprendados

Estos concursos tienen por finalidad el mantenimiento de las tradiciones camperas en lo referente a la costumbre gauchesca de ensillar, para las fiestas patrias o patronales, el mejor caballo con las mejores "prendas", o sea con los arreos de montar de lujo, ya sea "chapeados", con aplicaciones de chapas y adornos de plata, o con prendas realizadas en cuero crudo, más conocidas como "sogas".

Los concursantes lucen piezas que en algún caso son históricas, pero que en la mayoría, han surgido de insuperables trabajos de artesanos contemporáneos.

Aunque los jinetes no se presentan enfundados en sus ponchos, sino que los llevan doblados y sobre las rodillas, es este un elemento de gran competencia donde los concursantes ponen especial dedicación (y dinero) y los jurados, particular atención a la hora del juzgamiento, habiéndose generalizado el uso del "poncho pampa" de confección araucana, primitivo lujo de caciques y capitanejos indios.

El concurso se inicia con dos categorías de aperos, de esta primera y gran creación de la cultura gauchesca que se apartó de las sillas españolas para elaborar el "lomillo porteño", el primitivo y más antiguo "recado" criollo.

Esta pieza, que se usó desde principios del siglo XVIII hasta fines del XIX, se dispone sobre varias matras dobladas finas, de confección de telar criollo o araucano, previa colocación de una o dos caronas, ajustado por encimera y cincha ancha de cuero crudo, finamente decorada con tientos retejidos.

Sobre el lomillo va un cojinillo de fino hilo y el sobrepuesto de terciopelo bordado, al igual que la sobrecincha o pegual, recordemos que las piezas del apero servían para cabalgar de día y para dormir En los aperos "de soga" no hay pilchas de plata, y se destacan los trabajos de cuero crudo en la cincha y encimera, la cabezada, el fiador, las riendas, las estriberas, el maneador o atador al cogote del caballo, y las maneas, los estribos y las espuelas son de hierro o de asta y madera, llamados "arequeros" por el lugar de su confección.

El caballo representa el 40% del puntaje para la clasificación, el otro 50% es para el apero y el 10 % para el jinete, su manera de montar y su adaptación y elegancia de conjunto, a criterio del jurado.

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