miércoles, 24 de junio de 2015

Bajo La Misma Estrella


Título:‘’Bajo la Misma Estrella’’

Autor: John Green

Bajo la Misma Estrella, trata sobre el amor que se tienen Hazel Grace Lancaster y Augustus Waters. En esta historia se narran las enfermedades que trágicamente padecen: Hazel tiene Cáncer de Pulmón y Augustus Osteosarcoma. Viajan a Ámsterdam a visitar al autor del libro favorito de ambos, Peter Van Houten. 


Yo lo leí y es muy fuerte en el sentido de que ellos a pesar de tener la enfermedad del cáncer se concentran en vivir su historia de amor, y que no hay nada que no puedan hacer a pesar de eso.
M.S

martes, 23 de junio de 2015

Una historia romántica

Mi novio hace unas horas atrás me llamó para decirme que me prepare, que él me pasaría a buscar.

 Estaba en mi casa esperando a que el llegara y pasara por mí. Cuando llegó, salimos de la casa y nos subimos a su coche. Me dijo que el viaje sería largo.

 Luego recordé que un día había dejado un libro en el auto, abrí la guantera y lo encontré. Me puse a leerlo y recordé los personajes, los escenarios y los hechos que habían sucedido. El novio estaba llevando a su chica hacia un bosque donde le tenía una sorpresa preparada, una cena romántica. Luego la llevaría a un lago que tenía una cascada en el medio del bosque, irían debajo de la cascada y le pediría matrimonio.

 El auto detuvo su marcha y ambos descendieron del vehículo, se adentraron en el bosque. Mientras se encaminaban vieron un camino marcado con antorchas que iluminaban el pasto verde, la chica miró a su novio con cara de sorpresa y él le dedicó una tranquilizadora sonrisa, le tomó la mano y la dirigió por el camino, hasta que llegaron al centro del bosque donde había una mesa para dos personas iluminada por luces de colores a su alrededor. En la mesa había unas velas, la chica dio media vuelta y miró a su novio a los ojos.

 - ¿Qué es todo esto?

-Preguntó sorprendida.

- Yo creo que es una cena para vos y para mí.

–Dijo el de forma sencilla.

- ¿En serio?
–Preguntó ella aún más sorprendida.

- Sí, que yo sepa no veo a nadie más por aquí.

- Eso ya lo sé tonto, pero ¿por qué todo esto?

- Porque quería sorprender a mi bella novia.

- Dijo el abrazándola por la cintura y dándole un beso en la comisura de sus labios.

- Así que ahora, señorita ¿me podría hacer el favor y acompañarme en esta cena?

–Preguntó de forma graciosa y tomando la mano de la chica para dirigirla hasta la mesa.

- Claro que lo acompaño, mi caballero.

- Respondió ella con una sonrisa en sus labios.

 La cena transcurrió normal. Ellos hablaban de diferentes temas, reían, contaban sus historias de cuando eran pequeños y las travesuras que solían hacer. El chico, de vez en cuando la hacía sonrojar con los cumplidos que le decía.

 Cuando la cena llegó a su fin él le dijo que le tenía otra sorpresa.
- Pequeña ¿me podrías acompañar? – Dijo dándole la mano para ayudarla a pararse.

- Sí, claro, pero ¿a dónde vamos? –Preguntó ella curiosa.

- Esto no termina aquí, princesa. Tengo más sorpresas preparadas para tí.- dijo él con una sonrisa en sus labios y abrazándola.

- Pará, pará, paraaá, cómo que más sorpresas preparadas. ¿Todo esto lo preparaste vos? –preguntó sorprendida y abriendo los ojos grandes.

- Sí, y por esto que he estado un poco alejado de vos este último tiempo.-Dijo mirándola a los ojos.- Es que quería que todo saliese perfecto.

- No debiste hacer todo esto, no era necesario.-Dijo parando su marcha y tomando las manos del chico.

 La chica le dedicó una de sus sonrisas más sinceras. Detuvieron su marca por el camino señalado con fuego, ella se acercó un poco y le depositó en sus labios un beso que transmitía todos sus sentimientos hacia él. Se alejaron y siguieron caminando con sus manos entrelazadas.

 Luego de caminar por unos minutos llegaron a un lago que tenía una pequeña cascada. El agua del lago estaba iluminada con diferentes colores y en la superficie flotaban algunas plantas marinas.

 El chico le dijo que cruzarían el lago, que se sacara los tacones así no se lastimaba un tobillo ni nada por el estilo. Pasaron por dentro del agua y llegaron debajo de la cascada. - ¡Ya llegamos!-Me dijo y yo suspiré aliviada, se colocó detrás mío y besó mi cuello. Yo sonreí.

 Di media vuelta y miré a mi chico. Él se puso de rodillas frente a mí y sacó una cajita de su bolsillo. La abrió. Me tapé la boca asombrada al ver el anillo. Lo miré emocionada, él sonrió.

- Dilo, Dilo.-Dije como una niña pequeña con lágrimas en sus ojos.

- Princesa: me enamoré de esos ojos de color azul, sin imaginar que minutos después, más abajo, encontraría los más hermosos labios que al sonreír me hicieron enamorarme mucho más. Me enamoré de nuestra primera plática hasta las dos de la madrugada. Me enamoraron tus “buenos días” por la mañana y de los “que descanses” por las noches. De la casualidad más perfecta en el momento exacto. Me enamoré de aquellas veces que me dices que me extrañas, y de todas tus bromas. Me enamoré de ti y también de tu amor. De cómo un mágico momento pudo cambiar nuestras vidas para siempre, de cómo fue que un simple beso me encadenó a la eternidad, y de cómo con el pasar de los días el tan soñado “te quiero” se transformó en un tan esperado “te amo”. Me enamoré, te enamoraste… Nos enamoramos inesperadamente sin saber cómo ni cuándo pero aún así, deseándolo, anhelándolo con todas las fuerzas existentes, con todas las ganas que los enamorados pueden sentir cuando se dan cuenta de que son el uno para el otro. Que tú y yo nacimos para morir juntos. Entonces, ¿qué dice? ¿Aceptas casarte conmigo?-Preguntó y mis ojos se llenaron de lágrimas.

Yo sonreí y dejé escapar algunas lágrimas de emoción, para luego tirarme arriba suyo. Él cayó al piso y yo caí encima suyo sonriendo.

- Sí sí sí sí sí sí sí sí.- repetía contenta. Me levanté un poco para verlo, él sonrió y le extendí mi mano, colocó el anillo en el dedo indicado y luego me abalancé nuevamente sobre él y besé sus labios. Él sonrió en medio del beso, lo que hizo que muerda su labio.

- ¡Gracias! Me hiciste el hombre más afortunado en todo el mundo.- dijo al separarnos, y yo sonreí una vez más.

- Y tú, la mujer más afortunada.- dije y volví a besar sus labios con ternura.

 Laila Rodríguez, Ludmila Ciancaglini, Luisina Gago, Yeni Legarreta (4° año economía 2015)

Lectores en acción

El placer por la lectura nace en uno cuando otros nos muestran que al leer nos sumergimos en mundos diferentes, al leer aprendemos, al leer comprendemos la realidad de los demás, al leer movilizamos nuestro interior.

Dame tu mano... vamos a leer.







viernes, 12 de junio de 2015

Reencuentro

Había retomado la novela luego de recuperarme de una grave operación y salir adelante con los tratamientos. Al regresar del viaje que hice a Villa Carlos Paz encontré la novela acomodada sobre el sofá y, con tan solo leer su título, comencé a meterme en la trama que me había atrapado días atrás. Volví a ese momento que me causó placer y, sin duda alguna, me recosté y comencé a leer. En ese momento recordé cada personaje, cada lugar, cada suceso al cual me había transportado.

 Volví a ese capítulo que tanto me atrapó y enredó. Gozaba del placer casi perverso de irme desgajando línea a línea de lo que lo que me rodeaba, recostado sobre mi sofá, relajado y mirando a través de mi ventanal cómo caían las hojas. Sintiendo el aroma del suave y espumoso café. Retomé mi lectura con gran entusiasmo sobre ese capítulo que más me había gustado: cuando la conoció había cambiado su vida completamente y luego de estar juntos durante tanto tiempo sin duda alguna le pidió matrimonio. Era una mujer sensacional y maravillosa. Camino a la luna de miel se quedó dormido por un par de segundos y fue en ese mismo instante que todo cambió completamente, fue esa gran tragedia que cambio su vida y la dejó marcada para siempre. Luego de despertar los médicos le dieron la noticia. Quedó impactado y sin poder entrar en razón. No lo podía creer. Sintió un gran vacío en su corazón ya que jamás volvería amar a otra mujer como la había amado a ella. Esa terrible sensación de sentirse solo era horrible y sin medicina alguna que la pudiera curar o sanar.

 Cada noche al tratar de dormirse pensaba en qué podría haber pasado si no se hubiese quedado dormido y caía en llanto. Al transcurrir los meses, con ayuda terapéutica, se fue recuperando y retomando su vida poco a poco.

 Después de varios años, pero sin interés de volver amar o sentir amor nuevamente hacia alguien, el terapeuta le recomendó ir de viaje a algún lado y mantener su mente ocupada y activa. Fue en ese instante que tomó la decisión de irse nuevamente a Buenos Aires con su familia y amigos de la infancia. Al llegar, luego de varias horas de un viaje agotador, esperó en la terminal a que lo viniera a buscar algún miembro de su familia, y fue en ese mismo instante cuando recorriendo la terminal encontró a una mujer sentada leyendo una novela. Al mirar su rostro, una imagen le sacudió la mente. Su mirada le resultó conocida.

 Se sentó a su lado y ella lo miró y comenzó a charlar. Esa medallita que traía sobre su garganta le resultó conocida. Al preguntarle su nombre dijo que se llama María y que se dirigía a Azul a ver a sus amigas. Curioso. Le preguntó sobre esa medallita que le había llamado tanto la atención, esa perla que le había resultado tan conocida. Fue en ese momento cuando ella lo miró y le dijo que fue lo único que le había quedado luego de ese accidente que había tenido hace tan solo tres años y del cual se estaba recuperando. Ella, con sus ojos llenos de lágrimas, le contó que perdió todo lo que tenía, que perdió la memoria luego de ese accidente que había tenido junto a su marido y que la trasladaron de urgencia a Buenos Aires. Que al despertarse, luego de varios meses, le dieron la trágica noticia de que su marido había muerto en el acto, que llegó sin vida al Hospital al cual lo trasladaban.

 El hombre comenzó a temblar y sus ojos se llenaron de lágrimas. Escuchó atentamente palabra por palabra lo que la mujer decía, y se dio cuenta que esa persona que se encontraba sentada junto a él era el gran amor de su vida, la persona con la cual se había casado, pero que luego de ese trágico accidente jamás volvió a ver.

 Mailén Saravia (4° economía 2015)

jueves, 11 de junio de 2015

Unos días tristes en la playa

Una mujer llamada Vanina, con tan solo 26 años, en un amanecer de verano se encontraba en la playa caminando por la orilla del mar, leyendo su novela favorita.

 Repasó el capítulo en el que el hombre conoció el amor de su vida. Armando, el protagonista tenía un hijo de 4 años y había enviudado hacía 2.

 Este hombre se sentía muy angustiado y decidió irse unos días con su hijo a la playa. Mientras caminaban por la orilla del mar tirando piedritas al agua, dándoles de comer a las gaviotas, él levantó la mirada, triste y perdida, y encontró la figura de una mujer leyendo una novela.

 Allí detuvo su andar.

 Giuliana Maciel y Lurdes Galván (4° año economía 2015)